viernes, 11 de marzo de 2016

Algo me duele


Duele. ¿Qué me duele? La vida. Tampoco nada en concreto. El mundo, el tiempo, no sé, todo. Decir que te duele todo es como decir que no me duele nada, sé que no es muy útil, pero es así. 

Me duele despertarme cada mañana, no por madrugar, si no por tener que vivir, tener que hacer cosas y dejar de hacer otras. Sólo quiero dormir, y soñar, vivir soñando en paisajes idílicos y perfectos. Me da igual si me bombardean las pesadillas, seguirá siendo mejor que el techo que me encontraré al despertar, o mis ojos hundidos en las profundidades de mi almohada.

Qué más da que sólo sea temporal, si sólo dura un segundo y me despierto entre sudores fríos. Prefiero que me duela el sueño que lo que llamamos vida. Hacer cosas, dejar de hacer otras. Porque todo se basa en eso, en llenar el vacío que el tiempo nos ofrece, e intentar sentirnos vivos, cuándo no dejamos de morir, segundo tras segundo, hora tras hora, día tras día, noche tras noche, despertar tras despertar.
Y sigo muriendo poco a poco, más rápido de lo que puedo asimilar. Comer, beber, dormir, morir. Un ciclo infinito e ininterrumpido. Intentando ser alguien para el mundo, o para quién significa el mundo para ti. Ambas cosas te dejan lo mismo, un amargo sabor a hierro y a sal en el corazón.

Me agobia que se espere algo de mí, la sociedad, mis amigos, mis conocidos, mis desconocidos, mis ojalá te conociera mejor, o yo mismo. Debo cumplir las expectativas que nunca he prometido, ser educado, correcto, simpático y empático. Gracioso, serio, responsable, saber pasarlo bien y saber llevar el dolor sólo, pero no aislarme. No pecar de ambicioso pero quererlo todo, no ser envidioso pero fijarme en la gente, no pecar de avaro cuando todo gira en torno el dinero, pedir perdón aunque no lo sienta y dar las gracias cuando no deba. Ser yo mismo pero no demasiado, ser buena persona pero no ser un ingenuo, amar con locura pero no ser un loco enamorado…Y un largo etcétera, largo como una noche en vela, vela que alimenta mi mente hambrienta de ansiadas irrealidades.

Yo sólo vine a aquí porque vi la luz encendida. Vine a simplemente ser y estar, a dar un paseo y observar el paisaje, no a ser parte de él. Y es que me duele la vida, me duele todo, y vuelvo a cerrar los ojos, que pierdo el último tren, destino sueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario