domingo, 3 de abril de 2016

Tus "cómos", y no tus "qués"

Si algún día algún loco, paciente y con tiempo libre, me pregunta que lo que más me gusta de ti, dudaría. Insistirá y me alentará: “¿sus ojos, sus labios, sus pechos…?”. Y no podría estar más equivocado.

Hay muchos ojos que rozan lo divino. Azules como el océano, verdes como la maleza amazónica, llena de vida; amarillos como la espesa y dulce miel; marrones como la madera de caoba, cálida y suave...También hay bocas muy diversas, pequeñas, grandes, de gesto adusto o tímido, bocas que callan más que hablan y bocas que hablan todo lo que callan. Y pechos, qué decir, si hay infinidad de ellos, todos en pareja, pero grandes, normales, pequeños; a veces hundidos, huecos, inmensos o llenos…Y así podría seguir interminablemente. No sólo existe un rasgo perfecto, que sea único, que defina la belleza de forma sentenciosa.

Así que si algún día algún loco me pregunta que es lo que más me gusta de ti, le diré que tus “cómos” y no tus “qués”.

De tus ojos, me gusta tu mirada. Cómo observas una habitación, cuando tus ojos saltan de rincón en rincón, admirando la estancia. Cómo miras cuando me escuchas, clavas tus pupilas, a veces fugitivas y tímidas, intentando comprender lo que mis labios farfullan. Una mirada honesta, curiosa y dulce, que hace que en ella me pierda, y mientras el mundo desaparece entre lejanos ecos, yo me hundo en tus brillantes iris.

De tu boca, me encanta cómo jugueteas con tus labios cuando estás nerviosa, o aburrida, o excitada; cómo los frunces cuando no encuentras las palabras, o cómo los abres para regalarme una sonrisa de esas tuyas, únicas, que firmas con una risa dulce, casi muda. Cómo bailan tus labios cuando hablas en un susurro, con la voz colgando de un hilo, y oigo el aire saliendo dulcemente, sin hacer ruido, de tu boca.

De tu pecho, cómo se te eriza la piel cuando te lleno de caricias, cómo irradia un calor agradable cuando me abrazas y me acoges en tu refugio. Cómo se estremece cuando sueltas una carcajada, o cómo se desinfla cuando dejas escapar un suspiro, cómo dibuja esa curva que tanto me encanta cuando te vistes de desnudez.


Y aquí me quedo, delirando con tus “cómos” y con tus “qués”. Porque me gustan muchas cosas, pero no todas me despiertan lo mismo. Porque todas las estrellas brillan, pero no todas deslumbran.

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