A veces es tan fácil perderse
En la vida, las estrellas, la
muerte,
Tus ojos, un camino lleno de
luces
Que tiritan, que de la oscuridad
huyen.
No hay guía ni faro de Alejandría
Que me coja de la mano y a mi
lado
Camine, que me abrigue en la
noche fría
Y que me despeine con su brisa
Cuando el calor del mundo apriete
Y calcine mis sueños no siempre
perennes.
Mares infinitos cementerios de
lágrimas
Dónde no se distinguen entre el
agua,
Y los sollozos se confunden
Con el rumor de las olas
erráticas,
Dónde las dolientes penas no
pesan
Ni suenan, acalladas por cantos
de sirenas
Y la atronadora música de las
tormentas.