Ardua empresa es reunir mis pensamientos,
Cuando flotan, mecidos por el viento,
Vuelan dando vueltas, perdiendo el tiempo,
Mientras picotean mi frágil pecho.
Ingenuo corazón a ras de lágrima,
Garganta árida, palabras ahogadas,
Late lento, por sangre derramada,
Baila la ceniza, ya fría en la llaga.
Navíos llegan a puertos vacíos,
No hay dulces besos para los venidos,
Sólo sal y agua para sus bolsillos,
Sueños rotos nunca son bienvenidos.
Sólo el frío calor de las tormentas,
Susurran mil “te quieros” a la puerta,
Ventanas que vibran con sus poemas,
Hogueras, que ahora sólo son velas.
Son las llamas débiles y volubles,
Rojos versos que por mucho que aúllen
No pueden disipar todas las nubes,
Vuelan dando vueltas, perdiendo el tiempo,
Mientras picotean mi frágil pecho.
Ingenuo corazón a ras de lágrima,
Garganta árida, palabras ahogadas,
Late lento, por sangre derramada,
Baila la ceniza, ya fría en la llaga.
Navíos llegan a puertos vacíos,
No hay dulces besos para los venidos,
Sólo sal y agua para sus bolsillos,
Sueños rotos nunca son bienvenidos.
Sólo el frío calor de las tormentas,
Susurran mil “te quieros” a la puerta,
Ventanas que vibran con sus poemas,
Hogueras, que ahora sólo son velas.
Son las llamas débiles y volubles,
Rojos versos que por mucho que aúllen
No pueden disipar todas las nubes,
Y aun así, ríos de letras fluyen.
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