martes, 2 de febrero de 2016

Uno, único, solo



Ardua empresa es reunir mis pensamientos,
Cuando flotan, mecidos por el viento,
Vuelan dando vueltas, perdiendo el tiempo,
Mientras picotean mi frágil pecho.

Ingenuo corazón a ras de lágrima,
Garganta árida, palabras ahogadas,
Late lento, por sangre derramada,
Baila la ceniza, ya fría en la llaga.

Navíos llegan a puertos vacíos,
No hay dulces besos para los venidos,
Sólo sal y agua para sus bolsillos,
Sueños rotos nunca son bienvenidos.

Sólo el frío calor de las tormentas,
Susurran mil “te quieros” a la puerta,
Ventanas que vibran con sus poemas,
Hogueras, que ahora sólo son velas.

Son las llamas débiles y volubles,
Rojos versos que por mucho que aúllen
No pueden disipar todas las nubes,
Y aun así, ríos de letras fluyen.

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